Las protestas contra la gentrificación en CDMX, convocadas por el «Frente por la Vivienda Joven», representan más que una queja por el alza de los alquileres.
Son la manifestación de una profunda y radicalizada corriente ideológica que desafía los cimientos del modelo de desarrollo urbano de la capital. Al exigir la congelación de rentas y la expropiación de inmuebles, este movimiento no busca reformar el sistema, sino confrontarlo. Su lucha no es solo por una vivienda asequible, sino por redefinir la naturaleza misma de la ciudad: un espacio para el bienestar de sus habitantes por encima del beneficio del capital.
La Expropiación como Herramienta: Un Desafío al Derecho de Propiedad
La demanda más reveladora del Frente es la «desaparición de inmuebles ociosos». La propuesta de expropiar propiedades que lleven más de seis meses sin uso o aquellas destinadas a fines turísticos tipo hotel o Airbnb, es una declaración política fundamental.
- Cuestionamiento a la Propiedad Pasiva: Ideológicamente, esta exigencia ataca el concepto de la propiedad privada como un derecho absoluto e incondicional. Desde la perspectiva del movimiento, ser propietario de una vivienda conlleva una función social. Un inmueble vacío en medio de una crisis de vivienda es visto no como un activo en espera de valorización, sino como un acaparamiento que atenta contra el bien común.
- Raíces en el Pensamiento Radical: Esta idea, aunque pueda parecer extrema en el contexto actual, tiene profundas raíces en el pensamiento político radical. Recuerda a postulados anarquistas y socialistas que argumentan que la propiedad solo se legitima a través del uso. La propuesta del Frente moderniza esta visión, aplicándola a la crisis urbana del siglo XXI, donde la especulación inmobiliaria y la «turistificación» son los nuevos adversarios.
- Choque con el Sistema Legal: Es una confrontación directa con el marco legal mexicano, que protege la propiedad privada. La viabilidad de una expropiación masiva en estos términos es prácticamente nula sin una reforma constitucional. Sin embargo, su valor para el movimiento no reside en su aplicabilidad inmediata, sino en su poder como declaración de principios y como herramienta para movilizar a los más afectados por la crisis.
«Congelación de Rentas»: El Estado Contra el Mercado
La segunda demanda clave, la congelación de rentas, es igualmente un postulado ideológico. Representa una negación total de la lógica de libre mercado como mecanismo para asignar el recurso de la vivienda.
- Priorizar la Necesidad sobre el Lucro: Al exigir que el Estado intervenga para fijar un tope a los alquileres, el movimiento afirma que el acceso a una vivienda digna es un derecho humano que debe estar por encima de la capacidad del mercado para generar ganancias. Se rechaza la idea de que la oferta y la demanda deban dictar el precio de un bien esencial.
- Antítesis del Neoliberalismo Urbano: Esta propuesta es la antítesis del modelo neoliberal que ha gobernado el desarrollo urbano global durante las últimas décadas, donde la desregulación y los incentivos al capital privado se presentan como la única solución. El Frente, en cambio, aboga por un Estado fuerte e interventor que proteja a los ciudadanos de las «fuerzas del mercado».
Simbología de la Protesta: El Significado de los Destinos y Espacios
La carga ideológica del movimiento no solo está en sus demandas, sino también en su cuidadosa selección de espacios y rutas para la protesta.
- Hacia la Embajada de EEUU: La decisión de marchar hacia la embajada estadounidense el próximo 26 de julio es un acto de profundo simbolismo. No se dirigen a la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda, sino al epicentro de lo que perciben como una forma de «imperialismo» económico y cultural. Señalan a Estados Unidos como el origen de los «nómadas digitales» y de la dolarización de facto de los barrios céntricos, que consideran una fuerza de ocupación económica.
- Reapropiación del Jardín Tabacalera: Las jornadas culturales del 23 y 24 de julio en el Jardín Tabacalera son otro gesto político clave. Al elegir el lugar donde la alcaldía Cuauhtémoc retiró un monumento a los revolucionarios Fidel Castro y Ernesto «Che» Guevara, el Frente se alinea explícitamente con una tradición de izquierda y antiimperialismo latinoamericano. Es una forma de decir que su lucha por la vivienda es parte de una lucha histórica más amplia contra el capitalismo y la influencia estadounidense.
«Este Gobierno, al Igual que los Anteriores»: Una Crítica Sistémica
La acusación de que el gobierno actual, al igual que los anteriores, «les ha permitido a los grandes capitales hacer reformas a sus medidas», revela la naturaleza sistémica de su crítica. No se trata de un problema con un partido o un político en particular, sino con todo el modelo político-económico.
Esta es una postura clásica de la izquierda radical, que a menudo ve a los gobiernos socialdemócratas o de centro-izquierda como meros administradores del sistema capitalista, incapaces o no dispuestos a realizar los cambios estructurales necesarios. Para el Frente, las «reformas insuficientes» no son un paso en la dirección correcta, sino una forma de apaciguar el descontento sin alterar las relaciones de poder fundamentales que benefician al capital inmobiliario.
Más que una Protesta, una Propuesta de Ciudad Alternativa
Las movilizaciones del Frente por la Vivienda Joven deben ser entendidas en su verdadera dimensión: no son solo una reacción al alza de precios, son la vanguardia de un movimiento con un proyecto ideológico claro. Proponen un modelo de ciudad alternativo donde el valor de uso de la vivienda se impone sobre su valor de cambio, y donde el derecho a la vivienda es un principio rector que puede, si es necesario, prevalecer sobre el derecho a la propiedad privada.
Aunque sus demandas más radicales puedan parecer inviables en el marco político y legal actual, su impacto real podría ser mucho más profundo. Al introducir estas ideas en el debate público, el movimiento contra la gentrificación en CDMX está forzando una conversación incómoda pero necesaria sobre el alma de la ciudad. Están obligando a todos, desde los ciudadanos hasta los gobernantes, a preguntarse: ¿para quién es la Ciudad de México? ¿Para quienes la habitan y la trabajan, o para el flujo anónimo del capital global?
