La deportación del jefe de la familia Vidaña cambió el destino de una familia de ocho integrantes, los cuales llegaron al poblado de Cedillos, en el Valle de Juárez, lugar donde se trabaja en el campo, sin embargo, en estas fechas escasea por el frío extremo.
Ellos, acostumbrados a una vida mejor en Estados Unidos, ahora solo esperan poder tener una cena digna en Nochebuena.
«Imagínese, allá andábamos preocupados por los regalos y por irnos a convivir con la familia de mi esposo, porque yo no tenía familia, mi familia esta acá en México; ahora va a ser muy diferente, drástico el cambio y todo», afirma Marisol Vidaña.
Los pequeños de esta familia recuerdan como la Navidad en Estados Unidos era diferente a lo que ahora viven, en su nuevo hogar no existe el colorido de la Navidad, no tienen un árbol donde Santa Claus les deje su regalo.
«Quisiera tener yo dinero para darles un juguete, no caro ni dada, pero sí un juguete», comenta Marisol.
Así como esta familia, se encuentran otras en este ejido, apartado de la ciudad y de otros pueblos, habitado por 82 personas, la mayoría ancianos, donde las festividades de fin de año pasan desapercibidas ante la falta de recursos.
Mientras, los niños juegan en las calles contando los días para que llegue ese regalo tan anhelado.
«Una chamarra, zapatos, cuadernos y unos lápices», son los deseos del pequeño Leonel para Navidad.

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