Los grupos criminales en México han intensificado sus ataques contra la infraestructura de telecomunicaciones, comprometiendo la seguridad, servicios esenciales y calidad de vida de la población.
El crimen organizado ha llevado su accionar a un nuevo nivel en México al focalizar sus ataques en la infraestructura de telecomunicaciones, lo que está teniendo un impacto negativo en diversos aspectos de la sociedad. Torres de telecomunicaciones, antenas, cámaras de videovigilancia y el espectro radioeléctrico se han convertido en objetivos de ataques premeditados, debilitando aún más la ya frágil red de seguridad pública.
Estos ataques no solo implican la interrupción de los servicios de telecomunicaciones, sino también la afectación económica y la calidad de vida de la población. Uno de los modos más comunes de ataque es el robo y vandalismo de cables de cobre, lo que afecta tanto la electricidad como las comunicaciones de voz y datos. Este tipo de sabotajes provoca cortes de energía, pérdida de comunicación, dificultades en el acceso a Internet y daños en la infraestructura.
Otro enfoque de ataque es la destrucción de postes y torres, lo que deja a comunidades enteras sin servicio de telefonía e Internet. Además de los daños físicos, el clima de intimidación que el crimen organizado impone en las áreas afectadas dificulta la instalación de nuevas infraestructuras de telecomunicación.
Estos ataques forman parte de una estrategia más amplia de las bandas criminales para establecer control territorial. Al dañar la infraestructura de telecomunicaciones, buscan dificultar la respuesta de las autoridades, aumentar la impunidad y consolidar su poder en las regiones donde operan. Además de la lucha por el control de las rutas de narcotráfico, ahora buscan controlar las comunicaciones en áreas clave del país.
