“Deflate-gate”

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Perdón por ser tan obvio pero… tenemos un problema de justicia, una crisis de valores y una terrible falta de estrategia, o… ¿Cuál es la traducción de “valemadrismo”?
Pensarán que eso es así es todas partes y tal vez -sólo tal vez- tengan razón. En esta ocasión, sin embargo, me refiero al doblemente decepcionante caso de las trampas de los Patriotas, en la NFL.
Si sigues leyendo después de saber de qué va esto, seguramente conoces el caso: Los Patriotas usaron balones menos inflados de lo reglamentado, en por lo menos un juego de playoff. La liga investigó, comprobó la trampa y deslindó responsabilidades. Concluyeron que se violaron las políticas de la NFL sobre la INTEGRIDAD DEL JUEGO y el cumplimiento de las reglas de competencia. Además, se les acusa de mentir y no cooperar con la investigación.
De acuerdo a la liga, sólo Tom Brady y dos trabajadores del equipo relacionados con la utilería, tuvieron conocimiento y participaron en esta violación a las reglas. Explícitamente se menciona que ni el dueño, ni ningún ejecutivo; ni Belichick, ni nadie del staff de “coacheo” tenían conocimiento ni participaron en la trampa. Además, dado lo grave de las violaciones y acusaciones la NFL, después de sostener múltiples discusiones, reconoce que debe tomar medidas disciplinarias EJEMPLARES, para proteger la integridad del juego.
Por lo tanto, la liga decidió que:
  1. La organización (empresa) de los Patriotas debe pagar una multa de ¡Un Millón de Dólares!… ¿Qué no dijeron que el dueño no tenía nada que ver?
  2. La franquicia perderá su selección de primera ronda en el Draft 2016 de la NFL y la selección de cuarta ronda del club en el Draft 2017… ¿Qué no dijeron que ningún ejecutivo (incluyendo al gerente), ni nadie del staff había estado involucrado? ¿Por qué castigar al club?
  3. Los dos trabajadores de lockers y utilería quedan suspendidos y se les prohíbe realizar las actividades propias de su trabajo en la NFL, al menos por todo este año. El club decidió despedirlos. Esto suena fuerte, pero parecería acorde a la idea de tomar medidas ejemplares, aunque yo creo que lo más probable es que ellos sólo obedecieran órdenes.
  4. Tom Brady, el líder del equipo que probablemente pidió a los empleados de utilería, que sacaran un poco de aire de los balones, será “castigado” con la no participación en los primeros cuatro juegos de la temporada. El club no lo despide y podrá participar en todos los entrenamientos, campamentos y juegos del club, -incluyendo los de pretemporada-, con excepción de los cuatro mencionados.
¿Qué no dijeron que él era el culpable y que el castigo sería ejemplar?
Tenemos un problema de justicia cuando se les castiga fuertemente a trabajadores de bajo salario que sólo seguían órdenes, cuando al millonario orquestador del fraude, se le da apenas una simple amonestación, y un descanso.
Tenemos un problema de justicia cuando se castiga con dinero al dueño del equipo cuando ellos mismos determinan que no cometió falta alguna. Aunque no me extrañaría que haya sido el mismo dueño quien haya propuesto pagar tan grande cantidad de dinero, a cambio de que no se suspendiera a Brady por demasiado tiempo. Lo cual me lleva al siguiente punto.
Tenemos una crisis de valores cuando decidimos imponer multas monetarias por delitos cometidos, pues implica impunidad para quien pueda y quiera pagar. Imegínense a un merolico gritando: “¡Delitos en venta! ¿Quién quiere comprar su derecho a cometer algunoooo?”
Esto es lo que pasa con las elecciones en México, donde prácticamente se han puesto a la venta los puestos políticos, para quien más dinero tenga y quiera pagarlo. Pero este es tema de otro comentario.
Tenemos una crisis de valores cuando permitimos que los juegos y trofeos se obtengan con trampas. Solapamos, más aún, promovemos la cultura del gandalla. Imaginen ahora a los profesores de primaria diciendo a sus alumnos: “Sean gandallas, porque el más gandalla es el que gana. No el que más se esfuerza, entrena, se prepara, sino el tramposo, el corrupto. No estudien: tengo exámenes a la venta.”
Tenemos una terrible falta de estrategia o, en su defecto, una terrible estrategia, cuando no le damos importancia al mensaje que trasmiten nuestros actos. Lo que se hace es mucho más importante que lo que se dice. La falta de congruencia de la liga al decir que necesita aplicar un castigo ejemplar y no hacerlo, es una mentira que envía el mensaje equivocado: “Si eres buen jugador o tienes dinero puedes infringir grave e impunemente las reglas”.
En el 2007, la NFL suspendió indefinidamente a M. Vick por participar en peleas de perros. Sólo después de apelaciones y disculpas, Vick logró regresar… ¡2 años después! Ese mismo año, Belichick, el head coach de los Patriotas, fue encontrado culpable de hacer trampa con espías que robaban las señales del equipo contrario a través de cámaras de video. La liga decidió no suspenderlo; sólo lo multaron con dinero. La cantidad a pagar fue de medio millón de dólares; suma nada despreciable, pero es sólo dinero.
No pretendo minimizar el error de M. Vick, tanto por el daño a los animales, como por el hecho de ser ilegal. Sin embargo, al comparar los castigos vemos que éstos no parecen ser una consecuencia lógica de los actos. El crimen de Vick afectó su propia imagen; los de Belichick y Brady afectaron al juego (partido del momento), al deporte, a la liga y a los aficionados.
La liga puede decidir que sólo quiere atletas sanos, bien portados, que no infrinjan la ley. ¿Qué pasa entonces cuando el comportamiento de un atleta no sólo no es bueno e infringe la ley; además atenta contra la reputación de la liga y la integridad de un deporte que se promueve entre los niños por los valores que ayuda a desarrollar?
Ciertamente es una verdadera lástima que un genio estratega como Belichick recurra a la trampa, y que un atleta excepcionalmente hábil y carismático, a quien muchos niños toman como ejemplo a seguir, como lo es Tom Brady, recurra a la chapucería. El impacto de los actos de Brady es mucho, pero muchísimo más grande y fuerte que el de los actos de M Vick, e incluso que el del coach de los Santos de Nueva Orleans que mandó golpear jugadores en el campo.
Brady ha afectado a toda la liga y a miles o millones de aficionados al futbol americano: a los que perdieron dinero y a los que perdieron su confianza en un juego leal y legal, incluyendo a todos los niños que juegan en las ligas infantiles de todos los países donde este deporte se practica. ¿Cuántas veces no hemos escuchado o leído sobre los valores que fomenta la filosofía del futbol americano?
Considerando el aspecto moral, los actos de Brady son de lesa humanidad y ahora la NFL es cómplice de Brady en un atentado contra sí misma.
Es mi opinión que la liga debe enviar un mensaje muy diferente a todos sus seguidores, especialmente a los niños y jóvenes, pero también al mundo entero que una vez al año ve el partido de supertazón. Un mensaje que claramente diga que:
  1. Un trabajador de utilería no es menos ser humano que un jugador, que un QB.
  2. La autoridad y el liderazgo conllevan responsabilidad. Entre más autoridad, más responsabilidad.
  3. Que toda acción tiene consecuencias.
  4. Que en el futbol americano, como en la vida, no queremos a los gandallas tramposos, sin importar que sean muy carismáticos y habilidosos.
  5. Que el crimen no paga.
Para esto, la liga debería cambiar drásticamente sus acciones disciplinarias, de la siguiente forma:
  1. Levantar la multa del millón de dólares al equipo, porque sólo perjudica al empresario.
  2. Anular las afectaciones sobre las selecciones del draft, porque perjudican en el mediano plazo al nivel de juego de la liga.
  3. Suspender a Brady sin goce de sueldo por toda la temporada, no sólo 4 juegos; y con la advertencia de suspensión definitiva en la reincidencia.
  4. Retirar el trofeo y título de campeón al equipo, ya que se obtuvieron ilegalmente.
Esto daría un claro mensaje.
Perdón, amigos. Como seguramente ya se dieron cuenta, esto me molestó.
La actitud de Brady y seguidores, de pedir la renuncia del comisionado, en lugar de ser responsable de sus actos, sólo empeora las cosas y es otro reflejo de la crisis de valores existente.