El grito de independencia de Miguel Hidalgo ¿Qué sucedió?

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Todo estaba listo para levantarse en armas y tomar la capital del virreinato a principios de octubre de 1810. Se tenía pensado comenzar la Guerra por la Independencia de México en diciembre, pero se decidió adelantarla. Entonces, un mensajero de José Mariano Galván, quien participaba en la Conspiración de Querétaro, comenzó a denunciar que existían rebeldes dialogando con el párroco de Dolores, Miguel Hidalgo y Costilla, para hacer una revolución contra la corona.

Aunque las denuncias habían sido desestimadas, el capitán Joaquín Arias, creyendo que todo estaba perdido, se entregó como conspirador al alcalde ordinario de Querétaro, Juan de Ochoa, y con él, también se revelaron los nombres de aquellos que llevaban meses reuniéndose para planear un levantamiento armado que acabara con las injusticias contra los criollos, indígenas y mestizos.

A las reuniones influenciadas por la Conjura de Valladolid asistían Miguel Hidalgo y Costilla, Ignacio Allende, José Miguel Domínguez, Josefa Ortiz de Domínguez, Juan Aldama y Mariano Abasolo.

Estos personajes se reunían en la casa del corregidor de Querétaro, José Miguel Domínguez, y su esposa, Josefa Ortiz de Domínguez, bajo la fachada de ser parte de tertulias literarias de las que el corregidor gustaba abiertamente. En lugar de esas actividades, se agrupaban en una zona resguardada del domicilio para discutir los planes del levantamiento armado.

El objetivo principal de la conspiración era crear una Junta que gobernara de manera autónoma a nombre del rey de España, Fernando VII.

Este movimiento clandestino se llevaba a cabo en la ciudad de Santiago de Querétaro, a 221 kilómetros de lo que ahora es la Ciudad de México, y ha pasado a la historia como el punto de quiebre con el que comenzó la Guerra por la Independencia de México, una lucha armada realizada con un ejército popular de campesinos en contra de los españoles.

A inicios de septiembre de 1810, la denuncia de la conspiración llego al corregidor Dominguez, quien se protegió denunciando a sus compañeros y ordenando la captura de cada uno ellos, aunque retrasó lo más que pudo el procedimiento para dar oportunidad a su esposa y a los demás de escapar.