La leucemia es una condición maligna relacionada con el sistema hematológico, es decir, la sangre. Este es un cáncer que involucra células que se transportan en la sangre. Habitualmente hacen referencia a los glóbulos blancos, que son células destinadas a defendernos de las infecciones y los agentes extraños como parásitos, células malignas o infecciones. Sin embargo, la raíz de la enfermedad ocurre en la medula ósea (lugar donde se producen los glóbulos blancos) o en los tejidos del sistema linfático (ganglios linfáticos, bazo e hígado).
A pesar que existen diferentes tipos de leucemia, la raíz de esta enfermedad es que los glóbulos blancos sufren transformaciones malignas y cambian sus características funcionales. Es así como se presenta una sobreproducción exagerada de un sólo tipo de glóbulos blancos que comienzan a ocupar el espacio destinado para otras células necesarias en la sangre. De esta manera se dejan de producir glóbulos rojos (fuente de hemoglobina) y plaquetas (células que controlan la coagulación del a sangre).
Estas células en sobreproducción funcionan de manera inapropiada:
• No cumplen su función de defender al organismo y por eso los pacientes con leucemia son muy propensos a sufrir infecciones de manera frecuente.
• Viven en el cuerpo por más tiempo del que lo hacen en condiciones normales.
• Ocupan espacio en otros órganos y tejidos al salir de la sangre, de esta manera migran y permanecen más tiempo en los ganglios linfáticos, el bazo y el hígado, generando muchos de los síntomas relacionados con esta enfermedad: agradamiento de ganglios (que es doloroso y molesto), dolor abdominal, sensación de llenura precoz, anemia, moretones, sangrados, entre otros.
La leucemia reporta más de 350,000 nuevos casos por año a escala mundial y anualmente mueren aproximadamente 265,000 personas a causa de esta enfermedad. En la actualidad medio millón de personas viven con este padecimiento.

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