El gobierno de Nuevo León ha tratado de convencer a las grandes empresas que gozan de permisos federales desde hace décadas para que cedan el agua de sus pozos y la reorienten hacia el consumo urbano.
La crisis que actualmente se vive en Monterrey es el resultado de años de sequía, altas temperaturas y uso excesivo de agua por parte de la población. La situación obligó a las autoridades a aplicar duras medidas como la reducción del suministro para preservar los recursos para otras zonas que lo necesitan más que nunca.
La prolongada falta de lluvias ha provocado el pánico entre los habitantes que dependen de este recurso natural para sus necesidades básicas, por lo que han sufrido importantes recortes. Sin embargo, pese a las falsas promesas del Gobierno, habitantes de distintas zonas de la ciudad han denunciado falta total de agua por periodos extendidos.
Esta situación los ha obligado a recurrir a una frenética compra de tinacos, agua embotellada, camiones cisternas y la más reciente, bloqueos y huelgas en las avenidas más transitadas de la ciudad.
