Imagínense la cara de los periodistas citados cuando el canónigo de la catedral de Valencia, Jaime Sancho, al preguntarle por la autenticidad del grial que atesora el templo exclamó: «Nunca se podrá saber si este cáliz estuvo en las manos de Jesucristo, pero sí tiene todas las características».
Unas características que ahora han salido reforzadas por las conclusiones del estudio elaborado por el catedrático de Diseño de la Universidad Politécnica de Valencia, Gabriel Songel. En su libro El cáliz revelado (editorial Tirant), que se ha presentado este mañana en la seo, Songel adelanta 300 años, hasta el siglo XI, la primera referencia en un documento al Santo Cáliz valenciano y corrobora datos que hacen «más verosímil» que este sea «el auténtico» Santo Grial.
La búsqueda del cáliz generó una fecunda tradición literaria en la Edad Media. El poeta Chrétien de Troyes lo menciona en el siglo XII en su narración Perceval. El conocido ciclo artúrico combinaba la tradición cristiana con antiguos mitos celtas referidos a un caldero divino. Las leyendas entraron a formar parte del imaginario colectivo de Occidente y hoy siguen alimentando desde videojuegos hasta películas, pasando por novelas históricas.
Songel se ha ceñido al análisis de los elementos que componen el cáliz. Asegura que la primera mención documentada es la localizada en un acróstico en el manuscrito, de finales del siglo XI, que contiene el relicario del monasterio de San Juan de la Peña (Huesca). Destaca que en la base del grial se encontró en los años sesenta una inscripción en escritura árabe cúfica que, en aquel momento, se tradujo como “la resplandeciente”.