Malabares: ¿devaluación o no devaluación?

Colaboraciones Destacados Economía Enrique Martínez

El riesgo principal de la devaluación de una moneda es que se convierta en inflación y erosione el poder adquisitivo. En economías inexorablemente integradas, como la norteamericana y la nuestra, las variaciones en el tipo de cambio alteran los precios de los insumos en las cadenas productivas y originan un incremento en los precios finales.

Sin embargo, en México no ha sucedido así. Mientras el peso, como la mayoría de las monedas del mundo, se ha devaluado con respecto al dólar, la inflación anualizada al mes de julio alcanzó su nivel más bajo en los 45 años que lleva calculándose el indicador. Máximos históricos en la paridad cambiaria y mínimos históricos en la inflación. ¿Es esto posible?

Las tarifas eléctricas y telefónicas, entre otras, han disminuido, lo que explica en parte este fenómeno. Otro motivo es porque los precios son pegadizos. Es decir, no se mueven tan fácilmente y las empresas deben absorber el incremento de sus costos en detrimento de sus utilidades.

Varias son las razones. La primera es de percepción de justicia. Cuando sale a la venta un producto esperado ansiosamente, como el nuevo iPhone, existen personas dispuestas a pagar más por adquirirlo primero. Las empresas aprovechaban esta oportunidad para subir los precios de introducción, práctica cada vez menos frecuente debido al alud de críticas de los consumidores madrugadores.

La segunda aduce a la dificultad de alterar la exhibición de los precios. El costo por reetiquetar la mercancía es alto; imprimir nuevamente los menús en los restaurantes o los catálogos en los almacenes es razonable, pero cambiar los precios de todos los productos en un supermercado puede equivaler al 20% de las utilidades.

El ejemplo más extremo es el de la “Coca-Cola”. Durante 70 años costó 5 centavos de dólar porque no podían subir el precio escalonadamente debido a que las mejores expendedoras eran las máquinas… ¡Pero sólo aceptaban “nickels”! La disyuntiva: reconfigurarlas todas para que también recibieran centavos, lo cual era muy costoso, o duplicar el precio de la bebida.

La tercera se refiere a los problemas de coordinación. Muchas veces para cambiar precios se requiere autorización de la junta directiva de la empresa, lo cual retrasa la toma de decisiones. Los cambios se hacen más bien gradualmente, hasta conocerse con exactitud el punto de equilibrio entre la oferta y la demanda.

Precios fuera de equilibrio reducen la eficiencia de los mercados, y lo mismo sucede con el tipo de cambio. Pero con la inflación controlada, dejemos entonces que las monedas hagan sus malabares.