“Todos los días hay muertos”: familiar de preso sobre la situación del penal Neza Bordo

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Los familiares de internos del penal Neza-Bordo denuncian que, aunque ahí ya no está El Tatos, otros grupos controlan los cobros a los presos y a quienes los visitan, quienes deben pagar para que no golpeen a los internos, poder pasar comida o incluso para que tengan dónde dormir. Lo anterior, en contubernio con los custodios.

Entre 50 y 70  pesos deben pagar familiares para que les permitan ingresar a los Centros de Readaptación Social de Chiconautla y Neza-Bordo, entre otros penales mexiquenses, y 150 pesos por dormitorio, aunque los reos duerman sentados junto la tasa del baño; si quieren camarote deben pagar 600 pesos. Aseguran que hay grupos más violentos que el de El Tatos y que los cotos de poder los manejan los custodios.

“Se paga allá adentro la seguridad, se paga por el lugar donde se vive, se pagan 80-90 pesos a la semana para poder estar donde no hay televisores; en otros módulos hay televisión y hasta videocaseteras, pero por tener privilegios se paga más; por lo menos 150 pesos más, para que ellos tengan comodidades», apuntó Viky, esposa de un recluso, quien gasta entre 300 a 400 pesos a la semana.

La abogada de un reo que purga una sentencia por homicidio dijo que el maltrato lo ejercen entre los mismos internos y que, en el tiempo en que ha llevado el caso, se ha enterado de por lo menos dos homicidios en ese penal.

Los familiares apuntan que aunque han cambiado a dos directores, los actos de corrupción continúan y los internos siguen acusando que son maltratados.

Incluso familiares tienen miedo de hablar, pues afirman que aunque denuncian simplemente nada cambia adentro para los presos.

“A mi hijo hace 15 días lo picaron en los sanitarios el día de la visita; los roban ese día, les quitan su dinero que con tanto esfuerzo les damos. Les quitan lo más que pueden”, explicó una mujer.

Aseguran que los custodios no intervienen, “todo es una corrupción empezando por ellos, pues se pagan cinco pesos a la custodia que nos revisa; si yo traigo café, azúcar o cigarrillos, hay que pagarles entre 100 y 150 (pesos), dependiendo de lo que uno meta, porque todo está prohibido. Porque todo lo que nos prohíben, lo venden adentro”.

El temor reina entre los familiares. “Es horrible; cada día yo no sé si él va a amanecer vivo, porque todos los días hay muertos”, aseveró.

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