La revolución siempre aporta sangre, muerte, destrucción y desastres, y los rusos conocen el valor de la estabilidad, declaró uno de los responsables de la conmemoración del centenario, Serguei Naryshikn, director del Servicio de Inteligencia Extranjera (SVR) y presidente de la Sociedad Rusa de Historia.
En 2016, Naryshikn fijó la línea a seguir durante el centenario de la revolución: “este aniversario no está hecho para organizar acontecimientos solemnes o para festejar, sino para sacar lecciones”.
Están previstas cientos de manifestaciones, conferencias, mesas redondas, exposiciones o festivales, que abordarán los acontecimientos contradictorios de 1917, según el copresidente del comité, el historiador Anatoli Torkunov.
El comité creado para las celebraciones refleja la prudencia del presidente Vladimir Putin en el tema: incluye a personalidades independientes y críticas del poder, ministros y responsables de la Iglesia ortodoxa; sin embargo, no hay ningún miembro del Partido Comunista actual o representante de la tendencia monárquica.La herencia de esa revolución no es simple de llevar en un país que avanza poco en sus labores de memoria y todavía muy marcado por 70 años de régimen soviético.