Grecia afronta un futuro financiero incierto tras la decisión del Gobierno de convocar un referéndum sobre las propuestas de reforma de los acreedores y la decisión de estos de suspender las negociaciones y no otorgar una prórroga al rescate.
El próximo martes, día en que finaliza la prórroga actual, Grecia afronta el pago de un crédito al Fondo Monetario Internacional (FMI) por valor de 1,600 millones de euros, desembolso que con casi seguridad no será efectuado, como han dejado entrever estos días varios miembros del Gobierno para el caso de que no hubiera acuerdo.
Hacia el interior la cuestión más urgente es saber si el BCE seguirá manteniendo pese a la ruptura el acceso al mecanismo de asistencia (ELA) a la banca, la única fuente de liquidez a la que acceden las entidades financieras de este país desde febrero pasado.
El consejo de gobierno del BCE celebrará mañana una teleconferencia crucial en la que decidirá si cierra el grifo de liquidez o lo mantiene abierto. Aunque la mayoría de los ciudadanos es partidario de seguir en la eurozona, en los últimos días el sentir que se palpa en las calles de Atenas es el de que la derrota de Grecia ante sus socios se debe a que en el fondo la Unión Europea no quiere seguir teniendo a este país en su seno.