Feria Nacional del Árbol y la Esfera: Chignahuapan Pueblo Mágico

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Abrazados por la neblina que baja sobre  los cerros y laderas de la Sierra Norte de Puebla, se encuentra Chignahuapan, “Pueblo Mágico” que encierra historia, leyenda y paisajes, que del 30 de octubre al 8 de noviembre se engalana con la Feria Nacional del Árbol y la Esfera, donde casi 200 talleres ponen a la venta una de las más distinguidas artesanías.

El cálido recibimiento de los pobladores abriga a los visitantes. Desde la entrada se pueden observar casitas de teja y adobe humeantes, hornos de pan que de manera rústica utilizan leños para la cocción. Además del placer gastronómico y paisajista, la venta de esfera constituye la actividad económica más importante de la población.

Desde principios de verano se puede observar en los talleres a los globiadores, gentiles artesanos que a través del aliento dan un soplo de alegría a una varilla de vidrio enrojecida por el fuego. Enfiladas en camas de aserrín dada la delicadeza de los materiales, millones de esferas esperan el decorado a “mano” un proceso que consiste en pintar, diamantar, y adornar una por una las casitas, campanas, espirales, angelitos, muñecos de nieve, o en su forma más representativa la esfera, elemento fundamental de la decoración navideña, por la belleza y significado que manifiesta.

Medio siglo de tradición respalda las enseñanzas de Rafael Méndez Núñez pionero de esta artesanía; para 2014 más de cinco mil piezas adornarían los árboles navideños en las diferentes sedes del Vaticano.

En Chignahuapan, lugar de los “9 ojos de agua” que desembocan presurosos en las cascadas de Quetzalapa y Tulimán, se celebra también el Festival de La luz y La vida, un recorrido temático, donde miembros de la comunidad y turistas llevan consigo antorchas, simbolizando el camino al Mictlán (lugar de los muertos). Dicha procesión se realiza la noche del 1 de noviembre. El pueblo apaga sus luces y entra en un estado de quietud mientras sobre  la calle principal  la multitud marcha inquieta al compás de  tambores y caracoles, revelando así la “calzada de las almas”.

Ni el aire helado, ni el chipi chipi  congelan los corazones, la piel se eriza a cada paso, y los ojos buscan entre la penumbra un sitio donde admirar el espectáculo. Sobre la laguna una pequeña lancha ofrenda agua, aire, tierra y fuego, elementos vitales de la existencia, mientras que en la parte central se eleva una pirámide, actores y danzantes que representan el viaje del alma de Ome Ecatl Ocelot hacia el Mictlán. Un escenario formidable, elaborado a partir de luces de neón y estrobos que nos transportan a una dimensión cosmológica.

Sin duda el recorrido por Chignahuapan es una invitación a la magia. Entre los atractivos arquitectónicos encontramos la Basílica de Inmaculada Concepción, que alberga una escultura monumental tallada en cedro de 14 metros de altura hecha por el escultor José Luis Silva, considerada una de las imágenes más grandes de Latinoamérica. La Iglesia de Santiago Apóstol, patrono de la comunidad, que data de siglo XIX y cuenta con una fachada ornamentada al estilo tequitqui; el Quiosco mudéjar en la plaza de armas; y el balneario de aguas termales al que se le atribuye propiedades curativas.

No podemos despedirnos sin visitar el mercado y haber probado la exquisita barbacoa de hoyo, los tlacoyos ahogados en salsa, chicharrones prensados, y gran variedad de dulces, panes, y productos de la región que le dan sabor y magia a la vida.