El reciente reporte del diario Houston Chronicle, que reveló la práctica de agentes de Texas empujando a niños pequeños y bebés lactantes de vuelta al Río Bravo (Río Grande en Estados Unidos), ha generado una oleada de indignación en el país norteamericano.
Las imágenes de tropas del gobernador Greg Abbott siendo instruidas para devolver a niños vulnerables al Río Bravo, con el riesgo inminente de ahogamiento, han conmocionado a la sociedad estadounidense y generado duras críticas hacia las autoridades responsables.
Representantes demócratas han alzado su voz para denunciar la política implementada y condenarla como «monstruosa» e «inhumana». Joaquín Castro, representante demócrata, expresó su profunda indignación en Twitter, calificando la medida como una política cruel y despiadada.
Beto O’Rourke, también exrepresentante demócrata, fue aún más contundente al llamar a Abbott un «matón», «asesino» y «demonio», acusándolo de jugar a la guerra contra madres y niños indefensos mientras la gente muere.
Raúl M. Grijalva, otro representante demócrata, manifestó su incredulidad ante la política implementada y la calificó como inhumana y cruel, considerando que solo un «monstruo» podría llevar a cabo tal acción.
El senador Roland Gutiérrez no dudó en expresar su descontento y cuestionó la preocupación por la seguridad que se alega, señalando que en realidad se trata de una cuestión de crueldad y defendió su postura con firmeza.
Este reporte ha desatado una fuerte controversia en Estados Unidos, planteando cuestionamientos sobre la protección de los derechos humanos de los migrantes y la responsabilidad de las autoridades frente a una situación tan delicada.
La indignación y las reacciones ante este tipo de situaciones subrayan la importancia de abordar con responsabilidad y humanidad las políticas migratorias. La protección de los derechos de los niños y los migrantes es un tema que trasciende fronteras y que demanda una atención urgente y cuidadosa.
