Valores y su reconfiguración en un Mundo Posmoderno

Colaboraciones Economía Educación Internacional Sociedad

Donde mejor nos recuperamos de nuestra antinaturaleza, de
nuestra espiritualidad es en nuestra naturaleza salvaje.

Friedrich Nietzsche, El ocaso de los ídolos

Los procesos y sistemas económicos que las sociedades han vivido (o padecido) a lo largo de la historia, han condicionado en gran medida las formas, visiones y estilos de vida de los individuos. Las tradiciones y la cultura que definen a una sociedad, conforman la esfera moral en que los sujetos se desarrollan. La postmodernidad llega de la mano a un proceso económico que comienza a gestarse durante la segunda mitad del siglo XX: El Neoliberalismo.

El neoliberalismo parte de la premisa de soportar en el libre mercado la capacidad de generar para las naciones sus riquezas. Es decir, el bien común que en algún momento existió en la relación humana, desaparece. Son quienes más tienen y muestran mayor capacidad económica, los que se encargan de indicar la vía por la cual las sociedades caminan. El bien común es ahora un bien individual. Dios ha muerto, expresó Nietzsche, y con él, cien años después, la muerte del sujeto, del individuo.

Para Leonardo Iglesias “el cambio de valores en la posmodernidad hace énfasis en la elección humana y autoexpresión lo que es resultado de un cambio en la figura de autoridad… en la posmodernidad predominan dos tipos de valores: los  relacionados con las necesidades de seguridad… y el énfasis en lo individual.” (Iglesias, 2007, pág. 190). La transformación que la sociedad se ve obligada a realizar en un período de entre cien y ciento cincuenta años la llevó a modificar su estructura moral y ética. Lo que una vez fue prioritario hoy es secundario.

Aún y cuando las sociedades cuentan con diferencias culturales e históricas, un elemento común es que han transitado por una serie de transformaciones que les han permitido evolucionar. Sin embargo hay quienes ponen en duda dicha evolución y proponen elementos morales comunes a nivel global. Hans Küng en su Proyecto de una Ética Mundial afirma “que el mundo en el que vivimos no conservará posibilidades de sobrevivir mientras sigan existiendo espacios para éticas diversas, opuestas o antagónicas.” (Küng, 1995, pág. 10)

Los jóvenes han representado a lo largo de la historia un factor potencialmente transformador, por sus ideas y posturas contra establecidas, “representan el inicio de otra configuración en los valores que poco a poco se va imponiendo en el nivel social y que descansa fundamentalmente en la individualidad”. (Colom, 1994, pág. 41)

Son esta fuerza que representan las nuevas generaciones la que sirven de contrapeso a los procesos globalizadores autoritarios, que buscan un orden mundial único, entiéndase Neoliberalismo económico, por ejemplo. “El capitalismo de libre mercado anula a la sociedad como origen de la integración de los diversos  sectores y dimensión de lo colectivo” (Iglesias, Op. cit., 190)

Es en la posibilidad de las nuevas dinámicas sociales encaminadas y guiadas adecuadamente, dónde los valores adquieren un sentido constructivo, es decir, no se acaba con aquellos elementos morales que han permitido existir la convivencia humana, pero sí con aquellos factores destructivos y viciados. Contrapuntear en todo momento valores morales que son manipulados y presa de intereses y posturas totalitarias.

Surge una pregunta final: ¿Realmente necesitamos de órdenes y sistemas que perpetúen valores morales inamovibles? Quien trabaja este artículo afirma que no. Se apuesta a la naturaleza del ser humano; con principios que constantemente son transformados y buscan evolucionar para la permanencia de la propia especie. El ser humano tiende a permanecer y para ello sabe que necesita cambiar. Son precisamente las posturas autoritarias y los intereses individuales, los que llevan a la colectividad a autodestruirse y desaparecer. Dos instituciones, la Iglesia y el Estado, representan dicho autoritarismo. “Atacar las pasiones de raíz equivale a atacar la vida de raíz, la praxis de la iglesia es hostil a la vida.” (Nietzsche, 1999, pág. 66)

Somos seres sociales, es decir colectivos. Nos buscamos y procuramos, porque sabemos que de la unión depende nuestra supervivencia. Modificar los valores morales, no debería significar degradar la condición humana, sino trascenderla. Adaptarse a los complejos cambios económicos y su influencia en los actuales conflictos sociales, son parte del reto que este tiempo nos trae. Posmodernidad es sólo un concepto, una nomenclatura, porque los cambios siempre serán.

sa_1436271324tumblr_lej0ieXTxe1qznmxwo1_500

(Imagen: My Flower por Jef Aerosol)

Bibliografía

Colom, A. (1994). Después de la Modernidad: nuevas filosofías de la Educación. Paidós.

Iglesias, L. (2007). La cultura contemporanea y sus valores. Barcelona: Anthropos Editorial.

Küng, H. (1995). Proyecto de una Ética Mundial. Madrid: Trotte.

Nietzsche, F. (1999). El Ocaso de los Ídolos. Madrid: Edimat libros.