Hace 10 años, Juan Pablo II falleció después de 26 años y medio de un Pontificado que cambió la historia del mundo y la imagen del papado, que dejó de ser una institución respetada, pero lejana para transformarse en humana y cercana.
En estos 10 años, el mundo no olvidó a Juan Pablo II, quien siguió haciendo historia. Apenas un mes después de su elección, el Papa Benedicto XVI concedió la autorización para abrir su causa de beatificación sin esperar los 5 años previstos por el Código de Derecho Canónico.
La curación milagrosa de la monja francesa Marie Simon-Pierre hizo posible que el Papa Benedicto XVI pudiera beatificar el primero de mayo de 2011, apenas 6 años después de su muerte, al Papa polaco. En febrero del 2013, el Papa Benedicto presentó inesperada y sorpresivamente su renuncia. Un mes más tarde, el Colegio Cardenalicio elegiría al Papa Francisco, el primer Papa latinoamericano.
El día en el que Benedicto XVI salió del Vaticano para dirigirse hacia Castelgandolfo, donde daría oficialmente por terminado su pontificado, fue informado de que la Congregación para las Causas de los Santos había aprobado la curación milagrosa de Floribeth Mora Díaz, la mujer costarricense quien había padecido un aneurisma cerebral. Ese milagro abría las puertas a la canonización de Juan Pablo II, quien fue declarado santo por el Papa Francisco, el 27 de abril del año pasado.
Con motivo de este décimo aniversario de su muerte se han dado eventos significativos. El Parlamento de Canadá, por ejemplo, decidió que el 2 de abril sea el «Día de Juan Pablo». El Parlamento polaco decretó que este sea el año de Juan Pablo II para recordar el rol que el Papa polaco tuvo en los cambios que él propició y que se dieron sobre todo en el Este europeo, así como su lucha en favor de los derechos humanos y de la promoción del hombre.
